Trabajar con Vandalovers siempre había sido un gran sueño y sabía que quería darlo todo en esta nueva colaboración que me llenó tanto de alegría.
Quise empezar cuestionando que representaba un morral, y cómo, cuando vives constantemente viajando como yo, se convierte en tu hogar, una extensión de ti, es aquel objeto que te da seguridad porque allí guardas cada parte importante de tu vida.
Siempre me he sentido como un caracol, llevando mi hogar a todos lados. Buscando por el lugar donde desempacar para seguir construyendo los sueños.
Así pues empecé a recolectar formas, figuras y colores que recordaran esos lugares transitados, esos momentos de viajes físicos y espirituales como las montañas y las palmeras en una tarde fresca en Cali, los días de verano en Melbourne aprendiendo a surfear, las olas del Pacífico donde íbamos a ver ballenas y delfines en septiembre con les amigues, los corales escuchando las historias de los Guna en Panamá, las largas caminatas y las noches de camping en los Grampians, las pirámides de Egipto donde sueño ir algún día, las terrazas de arroz en Bali y su bello olor a incienso, las nubes que acompañan cada caminar por el mundo, los múltiples hogares que me han acogido junto a mi Sad Diablito que es esa parte de mi con la que he aprendido a vivir, los momentos de huida donde se empacaba con lágrimas, los viajes al interior junto al taita Querubin y el doble arcoiris que se dejó contemplar en silencio en el vipassana.
Esas y muchas otras son las sensaciones que se cuelan en esta pieza. Hecha con mucho amor y deseo de aventura.
